Los Cavaliers tuvieron dos opciones para ganar, pero George Hill falló un tiro libre y JR Smith cometió un error infantil. Golden State decidió en la prórroga.
107-107. Cuatro segundos para el final. George Hill miró al suelo, pensativo. Respiró profundo y se situó en la línea de tiros libres. Tenía en su mano el primer partido de las Finales de la NBA. La victoria de los Cleveland Cavaliers en el Oracle Arena de Oakland. Lo impensable.
El cúlmen a un partido excelso de LeBron James: 50 puntos en 42 minutos, una de las grandes actuaciones en la historia de la liga, algo que no se veía desde los 55 de Michael Jordan en la final de 1993. Un argumento más para el eterno debate…Pero George Hill falló el tiro libre, y no solo eso. El rebote fue para JR Smith, que en vez de saltar hacia canasta para poner a su equipo dos puntos arriba, salió de la zona y se fue hacia la banda. Quería perder tiempo porque pensaba que iban ganando. Los gestos de LeBron James señalando el aro desesperadamente quedarán para siempre en la historia de las Finales.
Hill y Smith enviaron a la prórroga un partido que LeBron James no mereció perder.
En los cinco minutos extra, el cansancio del ’23’ hizo mella en unos Cavaliers que sin su líder son un equipo vulgar, tosco, sin fluidez y sin el talento necesario para plantar cara a uno de los mejores equipos que han visto este deporte. Los Warriors encontraron por fin a Klay Thompson, desaparecido y desesperado ante el protagonismo de Stephen Curry y Kevin Durant.
El escolta anotó dos triples que sellaron el partido, y Draymond Green puso la guinda definitiva con otro lanzamiento de tres que terminó de hundir a los Cavaliers. 124-114.El final lo podemos olvidar. LeBron James apartando con el brazo a un Curry que no paraba de hablarle, Livingston lanzando a canasta con el partido decidido y muerto. Tristan Thompson siendo expulsado por un manotazo a un Green que le aplaudía en la cara… Un final de patio de colegio a uno de los mejores partidos que hayan visto las Finales.
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