El huracán Dorian, que tocó tierra el pasado domingo en el noroeste de las Bahamas con vientos sostenidos de 297 kilómetros por hora, se ha cobrado la vida de al menos siete personas y ha ocasionado grandes destrozos e inundaciones en la nación caribeña.
El ciclón —que ha pasado de categoría 5 a 2— azotó este martes las islas Ábaco y Gran Bahama por segundo día consecutivo antes de dirigirse hacia la costa este de Florida (EE.UU.).
Devastación completa.
«Es un resultado desastroso», aseveró Marvin Dames, ministro de seguridad nacional de Bahamas, que precisó que entre las víctimas mortales, cuya cifra se espera que ascienda, hay niños.
Una mujer llamada Cindy Russell que perdió su hogar describió los hechos de «devastación completa». «Es como si solo necesitáramos ser rescatados y puestos en otra isla para comenzar de nuevo». «Apocalíptico», sentenció una voluntaria que sobrevoló el terreno afectado en relación con la catástrofe.
Las autoridades creen que en las islas Ábaco pueblos enteros han sido arrasados por culpa del huracán. Esta zona, que incluye barrios marginales habitados por inmigrantes haitianos, es especialmente vulnerable. De hecho, según el primer ministro de Bahamas, Hubert Minnis, el barrio Mudd quedó completamente destruido.
Dorian, que se ha convertido en uno de los ciclones tropicales más fuertes en tocar tierra, avanzó a tan solo 1,6 kilómetros por hora desde el lunes por la tarde hasta la mañana del martes, debido a que se estancó, lo que permitió que arrasara con todo lo que encontró a su paso.
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