La agencia de noticias AFP reportó este viernes el caso de Darwin Castillo, quien perdió a su padre. Fue a recuperar el cuerpo a una morgue del hospital Los Ceibos, del IESS. Cuando abrió la bolsa se dio cuenta de que no era el de su familiar.
Han pasado poco más de dos semanas y todavía no sabe dónde está el cadáver. Castillo, un obrero de 31 años que trabaja en una fábrica de productos de plástico, terminó por devolver el ataúd a la funeraria.
«No le echo la culpa al hospital o a la morgue. Había gente muriéndose en la entrada. Yo quisiera que mi papá apareciera y darle una cristiana sepultura, darle un ramo de rosas a mi viejo», dice el hombre a la AFP.
Moisés Valle, 37 años y empleado de una farmacéutica, también perdió a su padre. Murió de un infarto en el hospital Teodoro Maldonado Carbo.
Cuando hacía los trámites para reclamar el cuerpo, se enteró de que había sido enviado al contenedor de otro sanatorio sin su autorización.
«Desde ese día empezó el calvario porque no podía retirar el cuerpo. Hasta el día de ayer, el nombre de mi padre no aparecía en la página web», indicó Valle a la AFP.
Había adquirido un nicho en Durán y tenía todo listo para el entierro. Debió cancelar el servicio y ahora prepara una demanda.
Existen otros casos que sí han recibido a sus parientes fallecidos semanas después, pero en condiciones deplorables, como detalla el abogado José Flores.
«Ya nos entregaron el cuerpo ayer en completo estado de putrefacción. No ha habido el protocolo adecuado», indicó Flores.
De acuerdo a AFP, el abogado y concejal de Guayaquil, Héctor Vanegas, prepara una demanda contra el Estado.
El jefe de la FTC, Jorge Wated, quien reveló este jueves que en Guayas se han recogido 6.703 cuerpos en lo que va de abril, solicitó apoyo de otras entidades.
Wated indicó que también se prevé habilitar un número telefónico para confirmar la ubicación de los cadáveres además de la página web disponible.
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