En Quito, cuando los criollos se rebelaron contra el presidente Ruiz de Castilla, declararon insubsistente el gobierno de la Real Audiencia, y crearon una Junta Soberana de Gobierno. Juan Pío Montúfar ocupó el cargo de Presidente de la Junta, José Cuero y Caicedo fue nombrado Vicepresidente de la Junta.
Los diputados barriales que participaron en los sucesos del 10 de Agosto de 1809, suscribieron una acta en la que confirmaban la rebelión y organizaban de manera diferente la administración.
En este documento se insinúa también una invitación a otras ciudades para aliarse voluntariamente con el fin de conformar un Gobierno Supremo Interino que represente a Fernando VII, mientras se recupere su libertad.
De inmediato, las autoridades españolas (peninsulares) dispusieron eliminar la rebelión movilizando tropas desde Guayaquil, Popayán y Pasto con la misión de tomar Quito y acabar con los insurrectos.
Al ser apresados y condenados, el pueblo de Quito emprendió en acciones para rescatar a los patriotas encarcelados en el Cuartel Real de Lima (actual Museo de Cera), hecho que terminó en la masacre de los próceres el 2 de agosto de 1810.
La insurrección del 10 de Agosto de 1809 fue un movimiento revolucionario de esencia político jurídica emancipadora. Quito sembró la semilla y América siguió el ejemplo.
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